Refranes

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A buey viejo, cencerro nuevo.

— Recomienda al hombre ya viejo que, si se casa, lo haga con moza lozana y no con vieja. aunque luego le puedan decir aquello de A LA VEJEZ, VIRUELAS.

A casa vieja, puertas nuevas.

— Se refiere sobre todo a aquellos que, rebeldes al envejecimiento, pretenden maquillar el paso de los años con cosméticos, tintes, peluquines y otros recursos.

Al buey viejo, múdale el pajar y te dará el pellejo.

— Enseña que las personas ancianas que cambian de clima o de asiento ponen en peligro la salud.

Cuanto más viejo, más pellejo.

— Moteja a los que, olvidando su condición de ancianos, persisten en mantener hábitos y vicios impropios de su edad.

De los cuarenta para arriba, no te mojes la barriga.

— Es prejuicio antíguo que no pocos mantienen todavía.

Del viejo, el consejo.

— Pues suya es, viene a decir el refrán, la experiencia de la vida.

No le quiere mal quien le hurta al viejo lo que ha de cenar.

— Excusándose en la certera creencia de que cenar en abundancia es perjudicial, aconseja moderación en la comida cuando se llega a determinada edad.

¿Qué es la vejez?. Estornudar, toser y preguntar qué hora es.

— Refleja, con gráfica crudeza, la amargura y la soledad con que algunas personas ven pasar su ancianidad.

Vieja que baila, mucho polvo levanta.

— Así lo recoge Lope de Vega en «La Dorotea» para indicar que las personas que hacen cosas impropias de su edad corren el riesgo de ser criticadas.

Al cruel, serlo con él.

— Aconseja que al trato poco afable se debe corresponder de la misma manera.

Al heredar, con un ojo reir y con otro llorar.

— Retrata con crudeza los sentimientos encontrados del que hereda: tristeza por la muerte del allegado y alegría por los bienes que espera recibir.

Al ingrato, quemarle el hato.

— A los desagradecidos, aconseja duramente, no será mucho despojarles de todas sus pertenencias.

Al que de ajeno se viste, en la calle le devisten.

— Advierte que aquellas personas que suelen levar puestas prendas o cosas ajenas, se exponen a ser despojadas de ellas en el momento menos oportuno.

Al villano, con la vara de avellano.

— Enseña que los malvados no escarmientan con sermones, y a menudo hay que infllingirles un castigo más severo.

Antes pillan al mentiroso que al cojo.

— Resalta la facilidad con que suelen descubrirse las mentiras. Porque CORTA ES LA MENTIRA Y SE DEJA COGER ENSEGUIDA.

Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata las moscas.

— Se dice a los que holgazanean y en vez de dedicarse al trabajo gastan el tiempo en cosas inútiles.

De desagradecidos esta el infierno lleno.

— Se da a entender que la ingratitud es flaqueza abundantísima.

Del buen trato nace el ingrato.

— Reprueba la ingratitud, que suele hacerse tanto más patente cuanto mayor haya sido el bien recibido.

En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.

— Porque el mentiroso no es creido cuando dice la verdad

En tierra de ciegos, el tuerto es el rey.

— Significa que allí donde no hay sino nulidades, el mediocre se convierte en figura.

Entre bellacos, virtud es el engaño.

— Entre los ruines y los maleantes, el arte de la mentira es condición indispensable para el éxito.

Haragán y gorrón, parecen dos cosas, y una son.

— Señala que estas dos actitudes son indisociables, porque el que no trabaja y a pesar de todo come, por fuerza ha de hacerlo a expensas de otro.

Mal hace quien nada hace.

— Reprende a los vagos y ociosos. porque trabajar es un deber indispensable para el hombre social. Todo ciudadano ocioso, rico o pobre, fuerte o débil, es un bribón, según Rousseau.

Más medra el pillo que el hombre sencillo.

— El éxito social o económico está siempre más al alcance de los pícaros que del hombre recto.

El más roto y descosido, le pone faltas al bien vestido.

— Porque criticar, con o sin fundamento, es una costumbre tan sencilla como generalizada.

Mucho sueño, legañas cría.

— Dice que el exceso de ociosidad perjudica el trabajo y no reporta ningún beneficio. Aveces se alarga este refrán diciendo:.. EL CULO CALIENTE Y LA BOLSA FRÍA.

No hay manjar que no empalague ni vicio que no enfade.

— Enseña que todo, por placentero que sea, acaba por cansar.

No quiero, no quiero, pero echádmelo en el sombrero.

— Es burla contra los hipócritas que aparentando rehusar lo que se les ofrece, lo desea vehementemente.

Nunca falta un roto para un descosido.

— Da a entender que hasta el más despreciable encuentra a otro de su misma condición.

Piensa el ladrón que todos son de su condición.

— El ladrón justifica a menudo sus delitos diluyéndoles en una supuesta inmoralidad general, para privar así a su conducta del carácter de excepcionalidad. El refrán se emplea hoy de forma genérica para reprobar a los malpensados que atribuyen a los demás s
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